Extraído de Liberación Total
“Con todo los medios posibles”
El silencio y la toma de distancia ampliamente sugeridas por el
poder, no hacen más que aumentar el espesor de los muros de la prisión
donde son encerradxs. Bien distinto es el camino de la complicidad,
camino que se abre de aquellos que quieren saltar en el aire estos
muros.
“La resolución de un problema”.
Italia, 1994.
Ahora mismo cuando me encuentro tras estos muros y aún permanezco en
la enfermería del reclusorio sur de la Ciudad de México, esperando por
mi parcial recuperación, miro a través de la ventana enrejada y mi
visión choca con las dos grandes murallas alambradas y protegidas por la
torre de vigilancia, las cuales sólo marcan una estrecha división entre
una prisión y otra, entre la cárcel y su terror, y la ciudad y su
encierro. Dos mundos paralelos, uniformados de un solo color, dos
sociedades con un único fin: el control. Estando aquí, doy crédito a
Xosé Tarrío y Marcelo Villaroel, afirmo que tanto el análisis como la
crítica contra las prisiones deben de partir del eje político y de las
ideas, pero también -y muy importante- desde la vivencia personal, desde
la perspectiva de quienes viven y caminan en ella.
Las prisiones también son centros de auto-exterminio, en ocasiones
un todos contra todos, un lugar donde se lucha por sobrevivir, donde más
que adquirir respeto, se inculca el miedo, pero tengo y debemos tener
claro, que este auto-exterminio es propiciado directamente por el
Estado-capital, quien por medio del terror, el miedo, la corrupción, el
hacinamiento, la sobrepoblación, las drogas las negligencias médicas,
etc., ponen al individuo en una situación de estrés, confusiones,
depresiones eufóricas y enojos, en fin, todo un ambiente de presión que
hacen de este lugar un verdadero y permanente campo de guerra.
Obviamente hablo de la prisión que me está tocando vivir. Aun pese a
todo esto, me percato de la existencia mínima de solidaridad y
compañerismo entre los presos, incluso, muy a pesar de la regla base:
“En la Cana tú caminas solo y tienes que ver por ti y sólo para ti
mismo”.
La cárcel es un claro reflejo del mundo exterior, de una sociedad
que se pudre y se descompone hundida en las mismas contradicciones del
sistema.
El “modulo” es el espacio carcelario dentro de la cárcel, es decir,
la cárcel dentro de la misma cárcel. Toda una estructura de control
social, pero que, a diferencia de algunas prisiones o módulos de máxima
seguridad, aquí el castigo quizás es sobrevivir en las más pésimas y
viles condiciones de vida. El módulo es el peor castigo tanto para los
presos problemáticos como para quienes llegan a protestar por algo. Las
golpizas de los custodios, el terror psicológico son, junto con el
módulo, los principales métodos de control. Una muestra del poder que
tienen esos cobardes con placa y porra.
La cárcel en la que me encuentro, es en unos aspectos, diferente a
muchas de las que han padecido muchxs otrxs compañerxs: los módulos de
aislamiento permanente, los penales de máxima seguridad, los FIES,
fueron creados de un modo estratégico y fríamente calculados para que
física y psicológicamente despojen al individuo de sus capacidades de
cuestionar, crear, criticar, pensar y finalmente, hacer de él un
fantasma sobreviviente y dependiente del sistema, sin autonomía, sin
capacidad de decisión libre y consciente. Las paredes blancas, sin luz
solar, sin actividades recreativas, sin deporte, con vigilancia las 24
horas, buscan matar de tajo el espíritu guerrero de los “rebeldes
sociales”, quienes no aceptan y se rebelan sin tanto análisis académico,
sin tanto politiqueo. Asimismo están hechas para aniquilar la
convicción y lucha de nuestrxs afines y presxs políticxs. Esta cárcel es
un claro reflejo de la sociedad mercantil, sus fallos, sus vicios
sociales, su hipocresía y el espectáculo, la clara diferencia es que
aquí todo se vive más intenso: los picados, quemados, golpeados, están a
la orden del día, todo a causa de la reducción del espacio vital al
mínimo.
Pese a todo, aquí no todo es mera sumisión. Todo lo contrario,
también me encuentro con carnales que mantienen una mentalidad abierta y
crítica, con una clara y visible tensión a romper con el aparente
“orden existente” y enfocarse en una lucha, mínimamente por “mejorar sus
condiciones de vida”, siendo compas no tan politizados y con las
intención de radicalizar su pensamiento, su lucha es apreciada, no
descartada, pues quienes viven estas condiciones conocen muy bien el
porqué de sus reivindicaciones. Sin embargo, no perdamos nuestra línea,
yo mantengo otra lectura al respecto sobre la lucha contra las
prisiones, ya que más que abolicionista, mis perspectivas y mis actos se
enfocan en la destrucción total de las prisiones como estructura física
y mental de control social.
Aquí por ningún lado existe la mentada y presumida “rehabilitación” o
“reinserción social”, todo se convierte en una farsa, en un circo, en
un juego de poder, para lo cual contribuyen psicólogos, criminólogos y
sociólogos. Esto es algo que toda la población reclusa lo sabe: “La
cárcel es la mejor escuela del crimen”. En ese punto, como anarquista,
esa propuesta de rehabilitación no significa nada positivo, pues
simplemente sería -o es-, un intento de reinsertar a todos los
disidentes en la comunidad del capital y que de una u otra forma,
contribuyan al perfecto funcionamiento de la mega máquina. Esta es la
única rehabilitación positiva para el Estado-capital.
Antes de concluir con esta breve exposición, me gustaría hacer una
aclaración que considero necesaria. En estas líneas me enfoco únicamente
al sistema penitenciario, pero cuando hablo de cárcel, también me
refiero a cualquier tipo de encierro mental y físico: desde el encierro y
tortura contra los animales no humanos, como los circos, zoológicos o
laboratorios vivisectores; las condiciones de hacinamiento que, en pro
del bienestar y el progreso, el humano impone sobre la naturaleza; el
castigo que se impone en las escuelas; la tortura de los psiquiátricos o
el “esposo” que encierra y priva de la libertad a sus hijxs y
compañera; hasta el secuestro humano por motivos políticos o comunes,
etc. Todas son por igual situaciones de cárcel, relaciones sociales que
tienen que ser destruidas.
Esta breve experiencia y lo que me falta por vivir, me deja más que
claro que necesitamos afilar mejor nuestras navajas y enfocarlos en una
lucha mucho más objetiva y directa contra el sistema penitenciario.
Debemos abrir nuestras propuestas a otros campos, a otras luchas e
incrementar las actividades anticarcelarias -como ésta en la que nos
encontramos-. Porque tenemos la absoluta necesidad de propagar la idea
que se enfoque en la destrucción de esta y cualquier sociedad cárcel.
Ni reformas ni abolición. Afilemos nuestras navajas, nuestra crítica
y nuestro análisis, abandonando las posiciones tibias y de espera,
eliminar ya de nuestras contiendas el falso discurso de la culpabilidad e
inocencia, discurso del sistema jurídico del Estado que sólo contribuye
a incrementar el hacinamiento y criminalización de compañerxs presxs
por ser consecuentes con sus ideas de ataque al poder. Una lucha
anticarcelaria que mantenga una insidencia en lo social, una verdadera
irrupción real y no ficticia, una lucha anticarcelaria con
proyectualidad sobre la base, y no una simple actividad que sólo se
limite a reafirmar nuestra teoría. Una lucha dentro de una lucha contra
todo y por la libertad total.
Compañerxs, por último quiero aprovechar este espacio para enviar mi
solidaridad revolucionaria -aunque sea de palabra- para con los
compañerxs anarquistas prisionerxs en Italia, Grecia, España, Bolivia e
Indonesia, con lxs compañerxs en fuga de Chile, Diego Ríos y Mono[*].
Un fuerte abrazo a Gabriel Pombo da Silva y Marcos Camenisch.
Solidaridad con todxs lxs ácratas prisionerxs en el mundo cuyos nombres
no recuerdo en este momento, pero están presentes en la lucha.
Solidaridad con mi hermana y afín Felicity Ryder, quien desde la fuga se
mantiene cara a cara con el enemigo, su actitud frente a la vida.
Compañerxs: a mí me falta un camino por recorrer y a todxs juntxs una lucha que continuar.
Por la libertad, por la anarquía.
¡Abajo los muros de las prisiones!
Con ogni mezo necesario.. Sin siglas ni dirigentes.
¡Guerra social en todos los frentes!
¡Abajo los muros de las prisiones!
Con ogni mezo necesario.. Sin siglas ni dirigentes.
¡Guerra social en todos los frentes!
PD: La lucha contra las cárceles, es parte de la lucha contra un
todo, es sólo un campo de la guerra contra el poder sin dejar de lado
todo lo demás. La libertad total.
Muchas gracias por el espacio y la solidaridad.
Mario Antonio López,
anarquista prisionero del GDF, Reclusorio Sur,
Ciudad de México, 9 de agosto de 2012.
anarquista prisionero del GDF, Reclusorio Sur,
Ciudad de México, 9 de agosto de 2012.
* Nota por LT: Tripa hace mención a compañerxs en
fuga en $hile, pero el compa Mono no esta en fuga, sino que a la espera
de juicio y con “medidas cautelares” por la paliza a un policia
antidisturbios el 11/9/11. Acá en $hile lxs compañerxs que han asumido
su clandestinidad y han escrito al respecto son Diego Ríos y Gabriela Curilem.
Compañerxs:
Dentro de unos pocos días va comenzar todo el circo jurídico. Veré
frente a frente a quienes me acusan y buscan condenarme: a los testigos
elaborados por el Ministerio Público, a los buenxs ciudadanxs morales
que me acusan “preocupadxs” supuestamente por el bienestar de sus
barrios acomodados, gente que sin escrúpulos se venden al mejor postor.
Sin más, todo un espectáculo montado por los aparatos protectores del
Estado-capital.
Yo me mantengo en la posición de reivindicación pero yo nunca
reivindiqué, ni reivindico el “delito”como tal, instrumentado por la
parte acusadora: la sociedad. Yo reivindico mis ideas y el haber actuado
en consecuencia con lo que pienso, con lo que soy, con cómo vivo y con
la forma de concebir la vida, la existencia, el mundo que nos rodea en
toda su complejidad, pues como anarquista me doto de una visión
universal y no gregaria. El anarquismo es una filosofía cosmopolita, la
cual no sólo comprende la economía y la “política”, también comprende
los sentimientos como la razón.
En definitiva, comprende cualquier aspecto de la vida, del mundo,
comprende la manera en la que nos relacionamos con los demás, con la
flora, con la fauna y con el enemigo en común, la cultura, el arte, la
geografía, etc.
Todo con base en una idea y práctica de libertad.
Todo con base en una idea y práctica de libertad.
Aceptar o reivindicar el delito sería entrar en el dilema legalista
de la supuesta “culpabilidad e inocencia”, una filtración bien aceptada,
al igual que el discurso de la “no-violencia vs violencia”. Esos
discursos sólo han creado una serie de problemáticas y discusiones
innecesarias entre grupos, colectivos e individualidades del ambiente
anarquista y/o antiautoritario, en donde los más indignadxs y purxs se
dignan en “culparnos” a quienes actuamos en consecuencia, ataques que
parten más de los valores del sistema y sus estandartes legaloides. El
tema de la “culpabilidad e inocencia”, al igual que el de la “no
violencia”, son filtraciones del ala socialdemócrata y burguesa, con la
finalidad de apagar la necesidad de la rebelión o la insurrección para
terminar con la opresión-explotación. Estas posiciones netamente
pacificadoras, por una cuestión de lógica con la idea, ya las deberíamos
de haber asimilado y desechado, pues como anarquistas tenemos (o
deberíamos) tener bien claro nuestro concepto de violencia y violencia
liberadora o revolucionaria, la que es necesaria para liberarnos de las cadenas impuestas por el poder. Saber cómo y cuándo emplearlas.
liberadora o revolucionaria, la que es necesaria para liberarnos de las cadenas impuestas por el poder. Saber cómo y cuándo emplearlas.
El hecho de ser antimilitaristas y manifestarnos contrarios a las
guerras imperialistas, ataques nucleares, etc., no nos define, ni es
sinónimo de “pacifismo” o “pacificación”, así como el hecho de que
algunxs anarquistas hablen de armas y explosivos como maneras de atacar
los intereses del poder, no significa que nuestra lucha se identifique
con el terrorismo.
¡Terrorista es el Estado!
¡Terrorista es el Estado!
Entonces, aceptar o reivindicar un “delito”, ya sea “daños o ataques
ala paz pública” sería legitimar al autoridad de los jueces, -la cual
no reconozco- y su disposición a consignarme. No pretendo por el
momento, profundizar en este plano, en el futuro así será, con la calma
que merece.
Otra cuestión, la intención fracasada del Gobierno del Distrito
Federal de vincular a mi persona, así como al espectro anarquista
mexicano, con grupos del narcotráfico, es algo preocupante, en el
sentido que forma parte de una clara estrategia para enredarme en
asuntos legales ajenos a mi persona y, sobretodo, para criminalizar una
lucha honesta y justa, que lo queramos o no, está cimbrando en los oídos
de mucha gente. Como anarquista, mis ideas y posiciones están a años
luz de poder ser ligadas a estos grupos de poder y, como amantes de la
libertad, nuestro concepto de organización, está también a años luz de
ser parecido al de la delincuencia organizada o cualquier otro grupo de
poder manejado por el Estado.
Mi idea es al organización informal, basada en al afinidad, el conocimiento mutuo, la autogestión y la autonomía total.
Esta supuesta guerra contra los cárteles del narcotráfico
(narco-gobierno) es una bien instrumentada estrategia de “intervención” o
“invasión” orquestada por el imperialismo yanqui y el gobierno
mexicano. Sustentadas también por organizaciones capitalistas como el
FMI, OMC, BM, así como por organizaciones de militarización como la
OTAN, entre otras, y la necesidad del imperio de obtener más control y
dominio sobre el centro y sur de América. Todo bajo pretexto de una
supuesta lucha contra el “terrorismo internacional”. Estrategias
militares como el Plan Colombia o el Plan Mérida, junto con la
implantación de bases militares de los E.U.A., justo y casualmente sobre
yacimientos de agua, minerales y petróleo, en Sudamérica, nos dejan el
panorama de la guerra mundial que se avecina y, que no está de más
decirlo, ya comenzó en “baja intensidad”. Aunada a toda esta estrategia,
también es la del control y el aniquilamiento de cualquier brote de
protesta; grupos subversivos y de protesta, movimientos sociales y,
cualquier disidencia contra los planes de dominio del capitalismo están
siendo golpeados por los aparatos protectores de poder: militares,
paramilitares y policía. Esta llamada guerra contra el narcotráfico, se
traduce también en una guerra de “bajo perfil” dirigida contra los
explotadxs y oprimidxs que se organizan y luchan.
Lo anterior es sólo un panorama que comparto, es sólo una parte de
mi perspectiva contra el capitalismo mundial, ya que para mí, son
capitalistas todos los gobiernos y todos los Estados, ya sea México,
Venezuela, Ecuador, Finlandia, Italia, Cuba o Bolivia. En todos hay
gente que lucha y me solidarizo con ella, con los pueblos autónomos -no
idealizados- quienes también son golpeados por la represión de sus
gobiernos locales quienes reprimen y encarcelan a quienes no acatan
leyes y dicen lo que piensan contra el Estado, por muy
“antimperialistas” que se digan ser.
Esta intentona de relación con grupos de poder del narcotráfico, se
vio reflejada desde el primer momento después de mi accidente, cuando la
prensa comenzó a difundir el rumor acerca de una detención -años atrás-
a causa de las drogas. Yo no uso drogas, y no estoy de acuerdo con su
uso y mucho menos con los lazos ficticios que algunas personas intentan
establecer entre la lucha y éstas, ya que, desde mi punto de vista, las
drogas sólo funcionan como un modo de evadir la realidad, invitando a no
luchar, si esto se hace, es de forma ficticia, ya que de ningún modo
incide realmente para la destrucción del Estado-capital.
Como anarquista cierro mis ojos e imagino un mundo libre, de
iguales, donde el apoyo mutuo y la solidaridad verdadera -no esa que se
basa en la lástima-, sean nuestros valores. Un mundo libre en todos los
sentidos, donde no haya explotación entre humanos, pero tampoco contra
la flora y fauna, donde vivamos libres en un ambiente de respeto al
entorno natural que pese a su visible exterminio aún nos rodea, Un mundo
libre de vicios capitalistas, sexismo, homofobia, patriarcado,
especismo, etc.
Abro los ojos y me doy cuenta de la realidad en la que vivo día a
día y por el momento, en el presente, no nos queda nada más que
organizarnos y luchar: mirando este mundo donde reina la destrucción y
muerte, ¿qué nos queda? ¡Sólo la guerra social contra el Estado. Sin
más! Sin mediaciones ni alianzas estratégicas; organizándonos
libremente, sin jerarquías, ni lideres, libre y autónoma. Organización
informal anarquista.
¡¡¡Contra el Estado y el capital: Guerra social!!!
¡¡¡¡A conformar 1, 10, 100, 1000 Grupos de afinidad!!!
¡Abajo los muros de las prisiones!
Solidaridad con los Presxs Anarquistas.
¡¡¡¡A conformar 1, 10, 100, 1000 Grupos de afinidad!!!
¡Abajo los muros de las prisiones!
Solidaridad con los Presxs Anarquistas.
Anarquista preso del Gobierno del Distrito Federal.
Reclusorio sur, Ciudad de México.
20 de agosto de 2012.
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