“todo el mundo quiere ser libre, pero una cosa es hablar de ello y otra muy diferente serlo. Es muy difícil ser libre cuando te compran y te venden en el mercado. Claro que no les digas jamás que no son libres porque entonces se dedicarán a matar y a mutilar para demostrar que lo son. Están todo el día dale que dale, dale que dale con la libertad individual y ven un hombre libre y se cagan de miedo”. (Easy Rider)
“A las barricadas ya” rezaba un cartel portado por una mujer mayor en la manifestación del 1º de Mayo en Valencia. La barricada desde el siglo XIX y las primeras revueltas obreras ha sido un símbolo que todo movimiento que pusiese en cuestión el status quo, toda revuelta o momento preinsurreccional la ha utilizado como forma de defensa y ataque. Y es por esto, que desde 1848, pasando por el 36, mayo del 68, los años calientes de Italia, las revueltas árabes o los últimos estallidos de los suburbios franceses, londinenses o los griegos que la barricada ha sido utilizada en cada uno de los conflictos que han representado un problema
real para el Poder. La barricada, ha cerrado la calle pero ha abierto el camino, el camino de la libertad, de la negación de nuestra posición de explotados y ha representado nuestra defensa, la defensa de la posición que se tomaba, la decisión de no retroceder y de hacer retroceder a los defensores del orden y la ley.
Lo curioso es que, si hacemos un paralelismo con Jack Nicholson en la pelicula Easy Rider, sus palabras siguen más vigentes que nunca. A pesar de los reclamos generalizado que escuchamos en las últimas manifestaciones de que “hace falta una huelga a la griega” o de que nosotros también tendremos una Primavera como los árabes, cuando alguien se lo toma enserio salen espantados. Cuando alguien no solo habla de barricadas sino que las hace y bloquea una calle, cuando grupos de manifestantes creen en la huelga a la Griega y salen a las calles y atacan los símbolos del Capital,defienden sus posición y hacen retroceder a la policía, entonces ya no hacen tanta gracia las barricadas, las huelgas a la griega o el Mayo del 68.
Existe una leyenda urbana generalizada que afirma que todo aquel manifestante que se sale del pacifismo dogmático militante es un policía infiltrado con el único propósito de desacreditar el movimiento. ¿Pero desacreditarlo delante de quién? ¿De verdad nos creemos que la Opinión Pública representada por los medios de comunicación es la opinión de la gente que está sufriendo los recortes? ¿Por qué no nos bajamos del burro, pisamos de nuevo calle y preguntamos? ¿De verdad le molesta al desahuciado que se le rompa los cristales a un banco? ¿De verdad le molesta al inmigrante sin papeles que se ataque a la policía? Pensémoslo bien. “Fins quan haurem de posar l’altra galta”? Preguntaba un cartel en las calles de Barcelona días antes del 29M y parece que algunos no han querido asumir que no podemos estar recibiendo golpes día tras día y no devolverlos. Y no, mucha gente se ha cansado de poner la otra mejilla. Uno de los vídeos que corren por Internet afirma que un chaval con un palo es un Mosso d’Esquadra ya que algunos ven una porra extensible (se puede consultar aquí: http://www.quedicenen.blogspot.com.es/2012/04/la-webpara-capturar-vandalos-de-la.html#comment-form) hasta tal punto es la creencia que cuando es evidente que es un chaval de barrio sin más, hay que negarlo y adaptar la realidad a la afirmación previa.
Otro de los comentarios que se oyen en las asambleas y que se leen por las redes sociales es que al Estado le conviene la violencia por parte de los manifestantes para justificar su violencia. Pero pensemos fríamente, ¿cuantas hostias hemos recibido con el culo en el suelo? y ¿ha podido justificarse el Estado? Hagamos un ejercicio de memoria, ¿nadie recuerda los palos que nos dieron en las puertas de Les Corts Valencianes sin ninguna provocación y sin que nadie utilizase la violencia? ¿Acaso tuvieron que justificar algo para abrirnos la cabeza? El Estado de ninguna manera quiere que se le ponga en cuestión el monopolio de la violencia, no puede permitir verse vulnerable, que la gente se empodere y que pierda la legitimidad pues tal y como están las cosas sería la variable que falta para un amotinamiento popular. ¿Sino para que iban a lanzar la #LlistaDePuig? Miremos por ejemplo el libelo “Ejércitos en las calles. Algunas cuestiones en torno al informe <> de la OTAN>> (Bardo Ediciones, 2010. -Se puede descargar en su web.) El Poder es consciente de que unas ciudades donde cada vez hay más pobreza acumulada son verdaderos polvorines que pueden estallar en cualquier momento.
Es cierto, hay policías encapuchados en las manis para vigilar más de cerca a los manifestantes: fichar a los más combativos, grabar en vídeo para luego identificar, detener en el momento e incluso atacar algun pequeño comercio pero esto no quita que, el Estado actualmente no solo no necesita que haya un movimiento antagonista, sino que precisa del ciudadano para que haga de policía con sus vecinos, sus compañeros del curro o de clase, con sus hijos. Otra cosa es, y de hecho pasa, que siembren el miedo y la división entre los manifestantes, su estrategia de intentar separar entre violentos y no-violentos, demócratas y radicales, puede funcionar sí no nos dotamos de una agenda propia, de un discurso y unas prácticas propias lejos de instituciones y falsos representantes.
No nos creamos las mentiras de los profesionales de la política que con ansias de sacar rédito de cualquier lucha social, quieren moldearnos para que nuestras acciones entren dentro del esquema del sistema actual, por lo que desde el principio yacemos atados de pies y manos en cualquier intento de superar las relaciones sociales mercantilizadas, la explotación y chantaje y nos deja a la merced de organizaciones que tan solo quieren un capitalismo amable, hecho a medida de las clases medias urbanas y nunca un cambio real.
Cualquier movimiento que se pretenda antagonista debe dotarse de su propia agenda, de su propio discurso, y de sus propias prácticas y el 15M ha sido y es el escenario idóneo para eso. Primero empezamos dotándonos de nuestras propias estructuras organizativas -las asambleas, los grupos de trabajo, los grupos de afinidad- y de nuestras propias herramientas -las acciones directas sobretodo. Pero debemos seguir dando pasos para ello, y uno de los errores que los que más caemos es en el de pensar que los medios de comunicación representan la opinión de la gente y que ésta nos criminaliza si no nos tomamos en serio eso de la “huelga a la Griega”. Pero un movimiento no crece dependiendo del grado de contundencia que utilice, crece encuentra en él la identidad y la fuerza para cambiar las cosas.
No nos equivoquemos, esto no es una llamada a la violencia sin sentido, sino al sentido común, a no señalar a nuestros compañeros de asamblea para que el Gobierno los meta en la cárcel, una llamada a entender que si nos mantenemos unidos y respetamos la pluralidad de tácticas no podrán con nosotros.
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