Extraído de Periódico El Sol Ácrata
Nota de EL SOL ÁCRATA: Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti fueron dos italianos radicados en Estados Unidos en los años 20′. De
afiliación anarquista, fueron condenados a muerte por el presunto
asesinato de dos personas en el asalto de la compañía Slater &
Morril Shoe y el robo de $16 mil dolares. Ambos fueron ejecutados en la
silla eléctrica el 23 de agosto de 1927, en Massachusetts.
Cabe destacar que este juicio fue un montaje, Sacco
jamás participó en un asalto, ni Vanzetti asesinó a una persona, por lo
cual se sabe, y así fue comprobado, que ambos fueron condenados por ser anarquistas e inmigrantes. El
jucio, que duró 7 años, fue acompañado por la solidaridad popular, con
una campaña internacional sin precedentes. Mediante huelgas generales,
boikot a los Estados Unidos y haciendo estallar bombas en embajadas,
fábricas y bancos estadounidenses, se buscó conseguir la libertad de los
compañeros secuestrados en el norte, lo cuál no se logró.
Sin más preámbulos, dejamos a disposición las declaraciones de Nicola
Sacco y Bartolomeo Vanzetti, ambas cargadas de resignación, rabia,
rebeldía, pero por sobre todo esperanza de que lo que a ellos les estaba
ocurriendo jamás volvería a repetirse.ç
PALABRAS DE NICOLA SACCO AL SER CONDENADO A MUERTE.
- Nicolás Sacco, ¿tiene usted alguna razón que aducir acerca de por qué no se lo pueda condenar a muerte?
- Sí, señor. Yo no soy orador. El idioma inglés no es muy familiar
para mí. Y como sé, como me dijo mi amigo, mi camarada Vanzetti, que
piensa hablar más, entonces yo pensé dejarle el tiempo a él.
Yo nunca sé, nunca oí, ni leí en la historia de algo tan cruel como
este tribunal. Después de seis años de perseguirnos, todavía nos creen
culpables. Y toda esta buena gente está hoy con nosotros en el tribunal.
Yo sé que el fallo va a ser entre dos clases: la clase oprimida y la clase rica.
Nosotros le damos al pueblo libros, literatura. Ustedes persiguen al
pueblo, lo tiranizan y lo matan. Nosotros siempre tratamos de darle
educación al pueblo. Ustedes tratan de poner una barrera entre
nosotros y otras nacionalidades, para que nos odien. Por eso hoy yo
estoy aquí en este banquillo, por haber sido de la clase oprimida. Y
ustedes son los opresores.
Usted lo sabe, juez, usted conoce toda mi vida. Usted sabe por qué me
han traído aquí y hace siete años que usted nos está persiguiendo, a mi
y a mi pobre mujer, y hoy todavía nos condena a muerte. Yo quisiera
contar toda mi vida pero, ¿para qué? Usted ya sabe de antemano lo que yo
digo, y mi amigo, quiero decir mi compañero, va a hablar porque él sabe
más inglés que yo, y yo lo voy a dejar hablar a él.
Mi camarada, el hombre bueno para todos los niños. Ustedes olvidan de
toda la población que ha estado con nosotros durante siete años.
Simpatizando con nosotros y dándonos toda su energía y toda su bondad. A
usted no le interesa. Entre la gente y los camaradas y la clase
trabajadora hay una gran legión de gente intelectual que ha estado con
nosotros estos siete años, pero el tribunal sigue adelante. Y yo creo
que les agradezco a todos, a toda la gente, mis camaradas que han estado
conmigo estos siete años, con el caso Sacco y Vanzetti, y le voy a dar a
mi amigo Vanzetti la oportunidad de que hable él.
Me olvidé de una cosa que mi camarada me hace acordar. Como dije
antes, el juez conoce toda mi vida, y él sabe que nunca fui culpable,
nunca. Ni ayer, ni hoy, ni para siempre.
PALABRAS DE BARTOLOMEO VANZETTI AL SER CONDENADO A MUERTE.
- Bartolomé Vanzetti: ¿tiene usted alguna razón que manifestar, en virtud de la cual no pueda ser condenado a muerte?
- Si. Lo que yo digo es que soy inocente. Que no sólo soy inocente,
sino que en toda mi vida, nunca he robado, ni he matado, ni he derramado
sangre. Esto es lo que yo quiero decir. Y no es todo. No sólo soy
inocente de estos dos crímenes, no sólo que nunca he robado, ni matado,
ni derramado sangre, sino que he luchado toda mi vida, desde que tuve
uso de razón, para eliminar el crimen de la Tierra.
Ahora, tengo que decir que no sólo soy inocente de todas esas cosas,
no sólo no he cometido un crimen en mi vida; algunos pecados sí, pero
nunca un crimen; no sólo he luchado toda mi vida por desterrar los
crímenes, los crímenes que la ley oficial y la moral oficial condenan,
sino también el crimen que la moral oficial y la ley oficial no condenan
y santifican: la explotación y la opresión del hombre por el hombre. Y
si hay alguna razón por la cual yo estoy en esta sala como reo, si hay
alguna razón por la cual dentro de unos minutos va usted a condenarme,
es por esa razón y por ninguna otra.
Pido perdón por evocarlo. Hay un hombre que es el más bueno que he
visto en mi vida. Un hombre que va a permanecer y crecer cada vez más
cerca del pueblo, cada vez más querido por él, más metido en su corazón,
mientras exista en el mundo admiración por la bondad y por el
sacrificio. Me estoy refiriendo a Eugenio Debs.
Este hombre tenía una verdadera y amplia experiencia en tribunales,
prisiones y jurados. Sólo porque quería que el mundo fuese un poquito
mejor de lo que era, fue perseguido y difamado desde su adolescencia
hasta su ancianidad. Y en verdad fue asesinado por sus largas prisiones.
El conoce nuestra inocencia, y no sólo él, sino todos los hombres de
claro criterio del mundo, no sólo de este país sino de todos los países
del mundo, están con nosotros. La flor de la humanidad de Europa, los
mejores escritores, los más grandes pensadores de Europa han pedido por
nosotros. Los científicos, los más grandes científicos, los más grandes
estadistas de Europa, han pedido por nosotros. Los pueblos de los países
extranjeros se han pronunciado por nosotros.
¿Es posible, que sólo unos pocos individuos del jurado, sólo
dos o tres hombres, que serían capaces de condenar a su propia madre a
cambio de honores mundanos y bienes terrenos; es posible que ellos
tengan razón contra el mundo, todo el mundo que ha dicho que están
equivocados y que me consta que están equivocados?
Si hay alguien que pueda saber si tienen razón o no, somos yo y este
hombre. Hace siete años que estamos juntos en la cárcel. Lo que hemos
sufrido durante estos siete años, ninguna lengua humana lo puede narrar
y, sin embargo aquí estoy delante de usted y no tiemblo, lo miro derecho
a los ojos y no me ruborizo y no cambio de color, y no tengo vergüenza
ni miedo.
Eugenio Debs dice que ni siquiera un perro, aunque no sea exactamente
sus palabras, que ni siquiera un perro que ha matado gallinas, hubiera
sido declarado culpable por un jurado de Estados Unidos con las pruebas
que el Estado de Massachusetts ha reunido en contra de nosotros.
Hemos probado que no podía haber habido en toda la faz de la tierra
un juez más prejuicioso ni más cruel que lo que usted lo ha sido con
nosotros. Hemos probado eso. Y nos siguen negando un nuevo juicio.
Nosotros sabemos, y también lo sabe usted en el fondo de su corazón, que
usted ha estado en contra de nosotros desde el primer momento, aun
antes de habernos visto la cara. Antes de vernos, usted ya sabía que
éramos anarquistas y que debíamos perecer. Nosotros sabemos que usted se
descubrió, y descubrió su hostilidad contra nosotros y su desprecio,
hablando con amigos suyos en el tren, en el club universitario de Boston
y en el Golf Club de Worcester, Mass. Estoy seguro que si la gente
supiera todo lo que usted dijo en contra nuestra, si usted tuviera el
coraje de declararlo públicamente, entonces quizás su señoría, y siento
tener que decirlo porque usted es un hombre anciano y yo tengo un padre
anciano, pero quizás usted, señoría, tendría que estar ocupando nuestro
lugar como acusado en este juicio.
Nosotros fuimos juzgados durante un período que ya ha pasado a la
historia. Quiero decir con eso, un período en que había una ola de
histeria y resentimiento y odio contra la gente de nuestras ideas e
ideales, contra el extranjero. Y me parece, más bien estoy seguro, que
tanto usted como el fiscal han hecho todo lo que pudieron para agitar la
pasión de los miembros del jurado, los prejuicios de los miembros del
jurado, en contra nuestro. Ellos nos odian porque estamos contra la
guerra, y no saben distinguir entre un hombre que está contra la guerra
porque la considera injusta, porque no odia a ningún pueblo sobre la
tierra; y un hombre que está contra la guerra porque está a favor del
país que lucha contra el país en que él está, y entonces es un espía.
Nósotros no somos espías. El señor fiscal sabe perfectamente que
nosotros estábamos contra la guerra porque no creíamos en los propósitos
por los cuales según ellos, se hacía esta guerra. La creíamos injusta y
creemos eso hoy más que hace diez años, porque cada día vamos
comprendiendo mejor, el resultado y las consecuencias de esa guerra.
Creemos hoy más que nunca que esa guerra fue un trágico engaño y yo
voy a subir con alegría al cadalso si puedo decir a la humanidad:
Cuidado, los llevan a una nueva hecatombe. ¿Para qué? Todo lo
que les dicen, todo lo que les han prometido, todas son mentiras,
trampas, engaños. Fue un crimen. Prometieron libertad. ¿Dónde está la
libertad? Prometieron prosperidad. ¿Dónde está la prosperidad?
Prometieron elevación y dignificación moral. ¿Donde están?
Desde el día que ingresé a la prisión de Charlestown, la población de
la cárcel se ha duplicado. ¿Dónde está la nueva moral que la guerra ha
traído al mundo? ¿Dónde está el progreso espiritual que hemos alcanzado a
través de la guerra? ¿Dónde está la seguridad de nuestra vida, la
seguridad de obtener el mínimo de cosas que necesitamos? ¿Dónde está el
respeto por la vida humana? ¿Dónde están el respeto y la admiración por
las características nobles y sanas del alma humana? Nunca antes de la
guerra hubo tantos crímenes como ahora, tanta corrupción, tanta
degeneración como la que hoy reina.
Se ha dicho que la defensa ha puesto toda clase de obstáculos en la
marcha de este proceso para demorarlo todo lo posible. Yo creo que esto
es injurioso, porque es inexacto. El Estado de Massachusetts ha
utilizado uno de los cinco años que duró el proceso sólo para que la
acusación comenzara con el juicio, nuestro primer juicio. Después los
abogados de la defensa apelaron y usted esperó. Yo creo que en el fondo
de su corazón usted ya había resuelto, cuando terminó el juicio, denegar
todas las apelaciones que se interpusieran. Usted esperó un
mes, no, un mes y medio, y comunicó su decisión en víspera de Navidad,
exactamente en Nochebuena. Nosotros no creemos en la fábula de
Nochebuena, ni desde el punto de vista histórico, ni religioso. Usted
sabe que muchos de nuestros seres queridos creen en eso y no porque no
creamos, significa que no seamos humanos. Nosotros somos humanos y la
Navidad es una fecha grata al corazón de todos los hombres. Yo creo que
usted ha comunicado su decisión en la víspera de Navidad, para envenenar
el corazón de nuestros familiares v demás seres queridos.
Bueno, ya he dicho que no sólo no soy culpable de estos crímenes sino
que nunca he cometido un crimen en mi vida; nunca he robado, ni matado,
ni derramado sangre, y en cambio siempre he luchado contra el crimen. He
luchado y me he sacrificado para borrar de la Tierra incluso aquellos
crímenes que la ley y la iglesia legitiman y santifican.
Quiero decir esto: que no le deseo a un perro ni a una serpiente, al
ser más bajo y despreciable de la Tierra, no le deseo lo que yo he
tenido que sufrir por crímenes de los que no soy culpable. Pero mi
convicción más profunda es de que yo he sufrido por otros crímenes, de
los que sí soy culpable.
Yo he sufrido y sufro porque soy un militante anarquista, y
es cierto, lo soy. Porque soy italiano. Y es cierto, lo soy. He sufrido
más por lo que creo que por lo que soy; pero estoy tan convencido de
estar en lo cierto. que si ustedes pudieran matarme dos veces, y yo
pudiera renacer otras dos, volvería a vivir como lo he hecho hasta
ahora.
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