lunes, 24 de junio de 2013

Un aporte a la reflexion sobre la clandestinidad… otro día más sin Diego, otro día más sin Felicity


corre
Avivando el fuego de nuestro corazón anárquico…
Sobre represión, fuga, solidaridad y lucha
 Desde una visión anárquica hemos tenido que asimilar como en los últimos años algunxs compañerxs se han visto enfrentadxs a la clandestinidad y como el desconocimiento y el silencio han dificultado la comprensión del entorno frente al tema.

 Aquello nos impulsa a compartir algunas reflexiones, buscando aportar a una visión más global del tema y al mismo tiempo, enviar fuerza y guiños a nuestrxs hermanxs en fuga, como un gesto de amor en medio de la guerra.
Es preciso entender que hay dos tipos de clandestinidad, la que se elige voluntariamente y a la que te ves forzadx a optar en función de movimientos represivos determinados.
 Se hace necesario también poner en evidencia que existe una diferencia entre actuar clandestinamente y vivir en clandestinidad. Por un lado está la evasión y la fuga a vigilancia y seguimientos policiales para poder realizar una acción determinada, en una suerte de “desaparición momentánea” a los ojos del poder y por otra parte se encuentra el desarrollo completo de una vida en constante huida y evasión al engranaje represivo.
 Cuando el escenario es el de la vida clandestina-forzada, es imprescindible que se destruya el mito y la construcción facilista y panfletaria que asocia la clandestinidad a una especie de victoria y triunfo colectivo.
 Esta actitud fomenta el aire triunfalista, idealiza como victoria en si misma un escenario de permanente conflicto y contradicción como es la clandestinidad. Simplificando todo el análisis en una ecuación en donde estar prófugx es una suerte de éxito frente al poder.
 El problema de esta actitud es que al encandilarse con la supuesta “victoria” se deja de analizar la real dimensión del escenario de conflicto y se difunden discursos superfluos, propagandeando actitudes frívolas y ligeras, completamente ajenas a lo que ocurre en la realidad.
Por otra parte, del hecho de asimilar el que alguien esté en la calle con una victoria se desprende que la prisión de un compañerx es una derrota y por ende la/el prisionerx estaría derrotadx. Esta visión errada no solo estanca la lucha sino que además, trunca las manos y manifestaciones solidarias, a la vez que contribuye a que la prisión devore al/la prisionerx.
La asociación de la clandestinidad a una victoria casi carnavalesca, rodeada de un aura de felicidad, idealiza un escenario de lucha y comete el error de identificarla como un balance general del combate. En otras palabras, mitifica, emboba y pierde de vista la magnitud del escenario.
Es reduccionista establecer que hay victoria en tanto clandestinidad, porque lo cierto es que si existe victoria, esta se alcanza solo cuando unx clandestinx, prisionerx o heridx sigue luchando pese a la adversidad, cuando continúa siendo parte ACTIVA de un entorno de lucha contra el poder.
 No hay victoria en el robo de una vida, no hay victoria en aquellas circunstancias donde hay que auto-encerrarse bajo llave esperando que baje la presión policial. No hay victoria en la incomunicación y el aislamiento.
 Parece ser que mucha gente ignora (o prefiere ignorar) que demasiadas veces unx clandestinx se siente complejamente apresadx y que son realmente pocos los momentos donde puede sentirse libre.
 Victoria significa no someterse, pese al escenario adverso, manteniendo en alto el espíritu de lucha. A veces el motor que nos impulsa a continuar de pie será la rabia, en su estado más puro, en otras la venganza o la necesidad de afrontar el dolor con dignidad y en otras situaciones encontraremos la fuerza en la alegría y el orgullo de asimilar que siempre podemos superar la adversidad, aún cuando ésta no desaparezca del todo.
Siempre se puede inutilizar la mecánica y las jugadas de la represión. Al comprenderlo, crecemos como gigantes frente a quienes intentan detenernxs.
 En el caso de la clandestinidad, esa victoria es individual, es de quien vive la batalla de huir constantemente y no se doblega ante los golpes.
Claramente la colectividad y las manos solidarias pueden ayudar a la/al compañerx que enfrenta esa batalla, pero ello no es posible en la medida en que lxs solidarixs no comprendan que la clandestinidad es el robo de la vida de unx compañerx y ante tal urgencia se vean llamados a actuar de forma permanente.
 Por lo mismo para que se llegue a comprender la urgencia de solidarizar es necesario destruir el mito del “jolgorio clandestino”, que servirá para el panfleto poco elaborado, pero que en nada aporta a quien huye, ni envía fuerza, porque termina siendo más bien un escupitajo en la cara.
 Entonces la solidaridad se mueve en dos ejes simultáneos y complementarios. Por una parte se encuentra la dimensión material (seguridad abrigo, techo, comida) y por otra la dimensión moral de quien huye. Que ambas dimensiones se complementen genera un carácter integral de la solidaridad.
 Evidentemente hay situaciones y necesidades en las que no cualquier compañerx va a poder aportar, por cuestiones de seguridad, pero donde si estamos todxs llamadxs es a influir en el levante moral de quien está huyendo.
 Por otra parte bien vale hacer notar que no todxs lxs clandestinxs reivindican abiertamente el escenario de conflicto que atraviesan y respetar esa autonomía es primordial para no pasar a llevar la actitud con la que la/el compañerx está enfrentando su clandestinidad. No puede ser el entorno amplio de compañerxs quienes impongan voz o silencio a unx clandestinx, la autonomía deja así de ser una consigna vacía y cobra una materialidad real.
 De igual modo, cuando la voz clandestina ya se ha levantado, el entorno de lucha no puede jamás y bajo ningún motivo contribuir a silenciar e invisibilizar a la/el compañerx, de hacerlo solo se evidencian las miserias y cobardías personales.
 El llamado es a que no nos encandile el primer momento de felicidad al saber la jaula vacía, menos consigna superflua y más acción solidaria. Nos alegramos por cada compañerx que no logran detener, porque evade una acción represiva, pero entendemos que ese es solo el primer paso de una larga y dura batalla, que exige menos frases cliché y más gestos concretos.
 Un sincero abrazo plagado de fuerza a lxs compañerxs Diego Rios, Felicity Ryder y a lxs perseguidxs de todas partes, aún cuando sus voces no se hayan hecho escuchar. Nuestra lucha también lxs contempla…

Solidaridad revolucionaria, activa y permanente.
24 de junio de 2013

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