domingo, 29 de abril de 2012

Sabotea tu trabajo


 
 
¿De que estamos hablando cuando hablamos de trabajo? ¿Algún trabajador ejemplar se lo ha preguntado siquiera? La palabra trabajo viene de trabajar y esta del latíntripaliare. Esto traducido significa torturar. A buen entendedor pocas palabras. El trabajo es castigo, eso es innegable. Lo evidencias en tu aburrida celda de un metro por un metro y medio donde la emprendes de oficinista, lo evidencias en la tortura diaria de trabajar a todo sol con la pala y la picota, lo evidencias contestando el teléfono una y otra vez repitiendo las mismas sandeces y poniendo cara de imbécil cada vez que te preguntan algo, lo evidencias siempre que quieres algo y necesitas trabajar para conseguirlo, un sucio chantaje del sistema que te pone contra la pared y te obliga a obedecer. De lo contrario no comes, no te diviertes, no estudias, no vives, eres un paria. ¡Buena jugada!, El trabajo PROSTITUYE, viene siendo vender nuestra capacidad de acción y de pensar. Nos transforma en mercancía intercambiable, en números, estadísticas que viajan según la flexibilidad del mercado. El trabajo anula nuestra libertad por inmanencia, y nos transforma en piezas serviles y desechables de un sistema que solo es funcional para una minoría que vive de la explotación y la miseria humana, de la maximización de los beneficios para su fortuna a costa de daños ambientales, humanos y animales. Pero trabajar no constituye por sí mismo la totalidad de la lógica torturadora del capitalismo; tiene un fin más profundo: el consumismo. La gente, hundida en su comodidad sedentaria, no tiene otra necesidad que malgastar el dinero que obtiene de su meretricio y ante ello la publicidad juega con la imbecilidad perpleja de todos quienes entran al ciclo de trabajo y consumo, que hace que la rueda del capitalismo siga girando, consolidando cada vez más el proceso acumulativo de quienes tienen el poder, y es a esto lo que llaman progreso. La capacidad de creación humana se ve seriamente coaccionada ante la lógica del trabajo, y aunque de determinadas filas políticas se defiendan ciertos métodos reformistas para hacer más ligera la tortura, ninguno da espacios a la verdadera libertad que da paso a la creatividad, que necesita del ocio como espacio de recreación. Solo amenguan la tortura, abogan por humanizar la esclavitud.
Pienso que el trabajo es miseria y que si necesitamos de él debemos ser los peores explotados, o de otra manera atacar los bienes directamente expropiándolos, hay que destruir todo lo que nos transforme en esclavos, y el trabajo esclaviza. Por tanto justificamos toda forma de sabotaje a la lógica del trabajo, dentro y fuera del empleo, el robo de bienes y/o maquinaria de las empresas, la acción directa en contra de empresas y capitalistas, la expropiación desde centros de consumo, el no consumo, y cualquier forma expresable de ataque o resistencia ante la dinámica capitalista. Destruir al sistema es una cuestión holística, y debemos relacionar todas nuestras acciones cotidianas con la lucha en la práctica y en la teoría.




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